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dissabte, 23 de novembre del 2013

Educación y nuevas tecnologías



Volvemos a 1984 de George Orwell. Y perdón por repetirme pero es que la información aumenta y la indignación me supera. Estuve viendo el programa de Salvados, ya que trataban sobre el tema del control tecnológico, y como ya es sabido, me produce un inquietante interés. Esperaba encontrarme con testimonios que verificasen el espionaje que realizan las empresas a los consumidores pera mejorar sus ventas, pero esto ya era de mi conocimiento. Lo que realmente despertó mi atención fue la demostración que nos ofreció un hacker informático. Explicó como uno de los trucos más sencillos era el acceso a la información privada de otra persona. En un abrir y cerrar de ojos consiguió las contraseñas, las llamadas, las ubicaciones, los mensajes y toda la información almacenada en un terminal ajeno. Todo esto aún me da más motivos por huir de las redes sociales y de salvaguardar la información más personal fuera de los núcleos tecnológicos. Aunque utilizo estos medios, como este blog, para difundir mis pensamientos e ideas, lo hago conscientemente de que puede llegar a cualquier persona. En este punto observo como las empresas nos investigan para conocer nuestros hábitos de consumo, las fuerzas de seguridad aplican métodos ilegales de control y encima tenemos a nuestro alcance el poder de desnudar a nivel informativo a cualquier usuario de las nuevas tecnologías. Estos hechos nos muestran el lado oscuro del progreso. Podemos vivir interconectados en todo momento, atentos a mucha información las 24h, hacer cualquier tramite, compra o consulta con un teléfono móvil. ¿Pero a costa de qué?  Yo creo que a costa de perder nuestro derecho a la privacidad, a aceptar que somos simple mercancía que reacciona a unos estímulos comerciales, y a ser manipulados inconscientemente.
¿Y cómo afecta esto a la educación? Los niños y niñas ven todo este entramado como normal y lógico. Se ha creado la necesidad de tener que contar nuestras vivencias a las múltiples amistades superficiales que genera Internet, y hacerlo al momento para no quedar excluido socialmente. Pero esa es su realidad. Su entorno se mueve así y como seres sociales que somos se adaptan al medio cultural para sentirse integrados. Veremos como toda esta nueva forma de relacionarse modifica la manera en que convivimos los humanos. Donde se perderá la calidez de las relaciones, donde las miradas de complicidad se evaporan y donde todo fluirá a través de la seguridad que ofrece una pantalla. Aún así, como dice Arcadi Oliveres, “aún hay esperanza”. La esperanza de que todo aquello humano y vivencial florezca por encima de lo superfluo y tecnológico. La esperanza de que algún día la vida humana valga más que el dinero, el progreso y el poder.
Hubo un hombre, que NO comparto sus métodos, pero si algunas de sus ideas. Se hacia llamar Unabomber. Hizo cosas, que vuelvo a decir, NO comparto, pero escribió un manifiesto en donde relacionaba las tecnologías con la esclavitud del ser humano desde la perspectiva de la alienación, tal y como Marx relacionó la del hombre con el trabajo. Unabomber argumentó que si seguíamos este nivel de desarrollo seria inevitable la alienación absoluta del ser humano a las maquinas. Y no iba desencaminado, pero estoy seguro que ni él con su manifiesto ni George Orwell con 1984 se podían imaginar que caeríamos en esta esclavitud tecnológica del control llegado a tal punto que aun nos creemos los verdaderos dueños de nuestra información.
Des de la perspectiva pedagógica las nuevas tecnologías nos pueden ofrecer posibilidades infinitas de trabajo, incluso nos pueden facilitar la conexión del educando con su entorno social y cultural, pero en nuestras manos recae la responsabilidad de advertir y enseñar a hacer un uso racional, de no depender de ellas y sobretodo de anteponer las relaciones humanas a las tecnológicas.

Un amigo mío, como critica a mi reflexión, me decía que para personas con dificultades de integración social debido a deformidades físicas o patologías psíquicas, Internet les ofrece la posibilidad de relacionarse y establecer amistades con una cierta seguridad. Comparto su opinión, pero entiendo que ese seria un uso racional y positivo de las redes sociales ya que ofrecen posibilidades nuevas a sujetos con dificultades para relacionarse. Por lo tanto no comprendo ese hecho como un acto alienante del ser humano, sino todo lo contrario, como una herramienta liberadora. Aun así, se corre el riesgo que en estos casos se caiga en una alienación en cuanto que el sujeto se enquiste en esa posición cómoda y anónima que ofrece Internet. Así que usaría, en estos casos, la red como medio para iniciar prácticas comunitarias en donde poder ofrecer a los sujetos un espacio real con condiciones de comodidad y seguridad similares a los encontrados en las nuevas tecnologías. Así, paulatinamente abandonaría i minimizaría su uso para relacionarse a favor de las relaciones materiales y vivenciales y potenciar el valor humano que todos llevamos dentro.