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recomano a tothom a llegir-lo i a veure el documental, a los ninos perdidos,
http://www.youtube.com/watch?v=p9hMzGJt2iA
En el gran cuerpo social del
Imperio, en el gran cuerpo social del Imperio que tiene la consistencia y la
inercia de una medusa varada, en el gran cuerpo social del Imperio que es como
una enorme medusa varada con toda su redondez sobre toda la redondez de la Tierra,
se han plantado electrodos, centenares, miles de electrodos, un número
increíble de electrodos. De tipos tan diversos que incluso ya los hay que ni
parecen electrodos. Esta el electrodo Tele, por supuesto, pero también el electrodo
Dinero, el electrodo Farmacéutica y el electrodo Jovencita
Por medio de estos miles, estos
millones de electrodos, de naturaleza tan diversa que he renunciado a
contarlos, se mantiene el encefalograma plano de la metrópolis imperial. Por
estos canales, imperceptibles para la mayoría, se emiten sin pausa las
informaciones, los cambios de ánimo, los afectos y contra-afectos susceptibles
de prolongar el sueño universal. Y notad que paso por alto todos los
dispositivos de captura agregados a estos electrodos, sobre todo periodistas, sociólogos,
policías, intelectuales, profesores y demás agentes de un incomprensible
voluntariado al que se le ha delegado la tarea de orientar la actividad de los
electrodos. Es conveniente mantener un cierto nivel de angustia con el fin de
preservar la disponibilidad general a la regresión, el gusto por la
dependencia. No por casualidad se difunde en el momento oportuno tal o cual
sentimiento de terror, de conformismo o de amenaza.
Nadie debe librarse de esta
posición infantil de pasividad hastiada o pendenciera, de saciedad entumecida o
de reivindicación quejosa que produce el malvado murmullo de la incubadora
imperial.
Se dice “el tiempo de los héroes
ha pasado”, con la esperanza de enterrar junto a él toda forma de heroísmo. El
sueño de la época no es el buen sueño que procura el descanso, sino más bien un
sueño angustiado que os deja más exhaustos todavía, deseosos solamente de volver a él para ale jaros un poco más de la irritante realidad. Es la anestesia que requiere
una anestesia aún más profunda. Aquellos que por suerte o por desgracia se
sustraen al sueño prescrito, nacen a este mundo como niños perdidos.
¿Dónde están las palabras, dónde
la casa, dónde mis antepasados, dónde están mis amores, dónde mis amigos? No
existen, mi niño. Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás
y debes encontrar los antepasados que te hagan más libre. Debes construir la
casa donde ya no vivirás solo. Y debes construir la nueva educación sentimental
mediante la que amarás de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad
general, porque los que se han despertado son la pesadilla de aquellos que
todavía duermen.
La superación viene siempre de otro lugar
Los padres desaparecieron en
primer lugar. Se fueron a la fábrica, a la oficina. Luego fueron las madres las
que, a su vez, partieron a la fábrica, a la oficina. Y cada vez no eran los
padres o las madres los que desaparecían, sino un orden simbólico, un mundo. El
mundo de los padres desapareció en primer lugar, luego lo hizo el de las
madres, el orden simbólico de la madre, que hasta entonces nada había logrado
socavar. Y esta pérdida es tan incalculable y el duelo por ello tan enorme, que
nadie consiente hacerlo. El Imperio resume el deseo de que un neo-matriarcado tome
mecánicamente el relevo del difunto patriarcado. Y no hay revuelta más absoluta
que aquella que desafía esa indulgente dominación, ese poder cordial, esa
empresa maternal.
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