Recientemente se ha escuchado la noticia de que WhatsApp ofrecerá
llamadas de voz gratuitas. Esta noticia podría parecer muy gratificante si no fuéramos
más allá de la cuestión. Posteriormente del bombazo, una agencia de protección
de datos alemana, ha notificado que WhatsApp no tiene ninguna legislación
interna en cuanto al amparo de la información que se pueda acumular en una
cuenta. Esto nos deja desprotegidos ante la ley si intentáramos defender nuestro
derecho a la privacidad. Después de todo el revuelo mediático y político que
han generado las escuchas ilegales de la CIA, esto puede ser una puerta abierta
que nos deja sometidos a ser investigados de manera legal y sin que nadie lo cuestione.
Y más preocupante es la situación cuando las dos plataformas de comunicación más
grandes, WhatsApp y Facebook, se unen; quedando unificada nuestra información
personal y social bajo una misma tutela. Todo esto simboliza dos valores
predominantes en la postmodernidad, la gratuidad y la instantaneidad de los
elementos. Lo queremos todo gratis y ahora, pero a cualquier precio. Da igual
si nuestra información es utilizada con fines comerciales, políticos o jurídicos.
Vedemos nuestra privacidad por lo momentáneo y gratuito. Alguien dijo que la
información es poder, así que la disputa surge en ver quién puede controlar más
plataformas que acumulen información personal. En ello están Google, Facebook y
demás. La tecnología avanza irremediablemente y sucumbimos acríticamente a su
progreso.
Debido a la polémica surgida por el reportaje sobre el
23F de Jordi Évole, quería reflexionar también en la facilidad que tienen los
medios para manipular la información. Pueden vendernos cualquier cosa o
producto, pero cuando hablamos de cuestiones políticas, sociales o ideológicas
entramos en temas pantanosos. Solo hay que entender que según el telediario, periódico
o radio que escuches, obtendrás una realidad distinta de la situación del país,
comunidad o pueblo. Este concepto es comprensible des de la perspectiva relativista,
donde nada es seguro y verídico por sí solo, sino que cada persona genera sus verdades personales. Así
creo que no deberíamos tomar ningún concepto como cierto, y utilizar el
pensamiento crítico para manejarnos con cautela por este océano informativo
marcado por las nuevas tecnologías. En cuanto a la educación, pienso que huir
de los paradigmas dogmaticos que ofrece la pedagogía tradicional nos ayudara en
este proceso. Ser crítico con la educación actual, y sus reformas, es
relativamente fácil e incluso posee un punto de paternalismo; por eso creo que
hay que ir más allá y proponer sistemas alternativos alejados y opuestos a
nivel metodológico y teórico, de todo lo establecido. El objetivo de esto no es
instaurar estos sistemas como dogmas a seguir, sino que se pretende hacernos
fuertes en nuestro día a día con las relaciones, con la posición que adoptamos
como “educadores” y aportando una mirada basada en el respeto y en el
acompañamiento de los educandos.
Actualmente hay proyectos que se están consolidando poco
a poco demostrando que al menos la educación libre es una propuesta real y
valida, igual que todas las demás.
Totalmente de acuerdo. Otros modelos más flexibles, dinámicos y actuales seguro que nos ofrecerían mejores rendimientos. Poco a poco...
ResponEliminaFelicidades por el blog!
Un saludo!
Gracias a ti por leer y participar!
ResponEliminaCelebro que te guste, un abrazo!